A veces decido torturarme-
solo por pasar el tiempo
cuando corre despacio-
clavar el dedo en mi propia llaga-
hundirlo muy profundo-
con quebranto-
El dolor es una bala con orificio de salida-
desemboca en otra herida- no redime-
contagia destrucción a su paso-
destruye lo destruido- lastima lo lastimado-
aunque insiste en respetar a mi alma-
no sabe- no imagina-
que yo tampoco la quiero-
La muerte- por su parte-
tiene el poder de matar también al dolor-
y el dolor presiente su pulsión de vida-
instinto de supervivencia-
el dolor entretiene al dolor-
le hace compañía-
el dolor distrae al dolor- lo engaña-
Así recorro mi mapa de angustias
y me encuentro con la tristeza-
somos viejas antagonistas-
es mi enemiga más querida-
el espejo feo que me proyecta-
nos retamos a duelo-
como es costumbre-
y no tengo más fortaleza
que esta grande y temblorosa herida-
nadie le teme pero es tan mía-
Llevamos nuestras llagas por fuera-
no hay manera de ocultarlas-
La tristeza- aunque dramática-
no siempre es amarga-
a veces sonríe al observar mi frágil
y egoísta calvario-
las cruces de mis crucifixiones-
los nombres que voy enterrando-
La tristeza también es sádica-
como el dolor que se cree bala-
como esa herida
que besa a otra herida
y la cuida para que no sane-
Trae alivio pensar
que no necesito
atacar o defenderme
cuando estoy vencida-
no necesito edificar
sobre mis escombros-
no necesito exhibir mis ruinas-
ni convertirme en Ave Fénix-
Puedo ver cara a cara a la vida-
sin ocultar que soy esta geografía
de llagas y cicatrices
con retazos de poesía-
esta frontera vulnerable-
este mar sin un Ulises-
este Titanic sin violinistas-
Soy el "me negarás tres veces"
de mi misma-
oh- sí - me negaré-
tiene sentido que esta historia
tampoco lo tenga-
El gallo ya no canta-
ahora escupe la dosis de autocompasión
que me consuela-
Devastada y feliz
puedo mirar cara a cara a la vida-
mientras agito un pañuelo blanco
y le grito
que estoy aquí y me rindo-
me rindo-
mónica laneri
febrero 2024