De vez en cuando finjo no verte,
pasas,
vuelves a pasar
y también finges no verme.
En el fondo,
envejecen
nuestros ojos,
envejecen
sin mirarse,
lo sabes y te avergüenza,
lo sabes y te sientas a lo lejos,
tragas humo,
lo expulsas,
expulsas tus ojos,
los empujas con tanta fuerza
como se retienen las lágrimas,
entonces tus ojos nacen en los míos,
me acarician a lo lejos
y yo,
también me avergüenzo.
Jesús Montoya
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