Escribiendo en linea....

La realidad no existe ni merece ser contada...

viernes, 17 de octubre de 2014

Al fin dejó de sentir miedo…

Él conocía el miedo. Lo había adoptado hacía tiempo ya. Un día, trece años atrás, descubrió que el miedo, a veces se transformaba en una molesta premonición; en un anticipo de la fatalidad. 
No obstante, siguió escribiendo. A pesar de haber visto el cuerpo de su hermano acribillado, tomó su posta y su vida; que como toda vida, finalmente, no hace más que conducir a la muerte. Solo que en este caso, se llegaba por una picada desolada; y a tiros. De la peor manera. No obstante, sin conocer aún los derroteros de su miedo tan premonitorio; simplemente, siguió viviendo como se hace, cuando, en realidad, no te queda otra. Siguió publicando fotos e informaciones molestas. Para eso era corresponsal de una guerra silenciosa (la mayoría de las veces), para un diario capitalino, en una zona de narcos y taladores de bosques. Pensando, imaginando, tal vez, que, al final de cuentas, ¿quién querría matar a un ser tan humilde como él?; tan humilde como lo atestiguaba su humilde casita de madera. Olvidaba  quizás, en esos momentos, que también era tan grande como los titulares de una portada. Y tenía miedo, tuvo miedo; y lo abrazó como quien ya nada debe y ya todo entrega. ¿Se resignó? No lo sé. Pero tampoco se inmutó cuando le retiraron la custodia policial. ¿Pensó que ya no hacía falta? o que, en realidad, daba igual tenerla o no tenerla; como había expresado, públicamente, un ex secuestrado, en su momento, y al cual también, a tiros, le dieron la razón de sus razones, en su valle, al cual se había negado a abandonar y solo lo hizo a la fuerza, cuando lo despacharon al otro mundo, dejando a su gente sumida en lágrimas.
Lastimosamente, así es como las historias se convierten en anécdotas, o en cuentos, como en este caso. Existe un héroe trágico, resignado a su suerte, con la mayor nobleza, entregado al sacrificio por el logro de un bien mayor a él (definición teatral de la tragedia). Y es así, también, como el héroe se amiga con el miedo pero no se rinde ante la cobardía. Y es así también como lo matan, con lo que a él le faltaba: cobardía.
Y justicia… ¿será que alguna vez Pablo Medina soñó con tener justicia para él y para su hermano? Me permito suponer los temores de Pablo Medina, el corresponsal de guerra. También sé del mundo que quería, eso es más que evidente en su testimonio de vida. Pero no sé si acaso, así como habrá soñado en pesadillas, tal vez, con su muerte, habrá soñado también, tal vez, con tener justicia. En un mundo justo, se infiere que existe justicia. Entonces, ¿qué es lo que existe en un mundo injusto? Pero creo algo,  y debe ser un pensamiento conformista, reparador, de alguien que no llegó a conocerlo y que desde un teclado palpa una historia, que en realidad, encierra a un ser humano consumido en la injusticia de un mundo injusto. Tal vez, su mayor justicia sea que al fin dejó de sentir miedo. Ojalá que ahora el miedo se abrace a los culpables; y que así se haga justicia. La verdadera.

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