Las cosas nunca se dan
como uno las imagina.
Las circunstancias por lo
general
no están acordes a nuestras
expectativas.
Uno creería que siempre
reaccionará a tiempo.
Uno jamás imaginaría
que tontamente
pasará de largo
sin comprender
que la muerte
está de visita.
Uno tontamente creería
que es un día cualquiera,
una circunstancia cualquiera,
uno de esos pequeños grandes
contratiempos del día a día.
Una de esas cosas
que nos frustran o preocupan,
como un altercado en la calle
o llegar tarde al trabajo
o una multa de tránsito.
Uno se imaginaría
que una de esas pequeñas
grandes tonterías
está nuevamente intentando
hacernos más miserable la
vida.
Uno creería que será capaz
de distinguir los
momentos,
de
despertar a tiempo,
de
despertarse a tiempo.
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