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La realidad no existe ni merece ser contada...

jueves, 8 de enero de 2015

Y, sin embargo, es "Charlie"...



«Yo soy Charlie» («Je suis Charlie») afirman las letras blancas sobre el fondo negro. Es la página web del semanario «Charlie Hebdo» (http://www.charliehebdo.fr/index.html). Un mensaje tenaz ante la reciente conmoción creada por el atentado a su redacción en Paris.


Doce muertos expresan el saldo fatal de la intolerancia, y, como antagonista y némesis; la perseverancia en la defensa de la libertad de expresión: la de los valientes que se plantean “humor o muerte”, “morir de pie a vivir de rodillas”, (Stéphane Charbonnier, director del semanario «Charlie Hebdo»; más conocido como «Charb», hace dos años en una entrevista al diario «Le Monde»).  
Me permito prestarme las palabras justas o mejores que las mías; esas palabras que nos expresan en estos momentos, a mí y a muchos otros. Así remata Diego Fonseca, en su excelente artículo “Charlie y la sonrisa” (http://prodavinci.com/blogs):
“El lápiz no detendrá al fusil, pero usémoslo para ganarles con la cabeza.
Honren a Charlie Hebdo con inteligencia.
Rían, sonríanse, búrlense".

También lo dijo Juan Gelman, en su poema “Se sienta a la mesa y escribe”, cuando decidió trazar un retrato que hablara acerca de esa inutilidad tan necesaria del expresarse:
se sienta a la mesa y escribe
«con este poema no tomarás el poder» dice
«con estos versos no harás la Revolución» dice
«ni con miles de versos harás la Revolución» dice
y más: esos versos no han de servirle
para que peones maestros hacheros vivan mejor coman mejor
o él mismo coma viva mejor
ni para enamorar a una le servirán
no ganará plata con ellos
no entrará al cine gratis con ellos
no le darán ropa por ellos
no conseguirá tabaco o vino por ellos
ni papagayos ni bufandas ni barcos
ni toros ni paraguas conseguirá por ellos
si por ellos fuera la lluvia lo mojará
no alcanzará perdón o gracia por ellos
«con este poema no tomarás el poder» dice
«con estos versos no harás la Revolución» dice
«ni con miles de versos harás la Revolución» dice
se sienta a la mesa y escribe.

Tal vez podemos decir: se sienta a la mesa y dibuja, satiriza, se burla, o sube al escenario y canta o hacer reír, o siembra lágrimas en los ojos. Tal vez conmueve con alguna melodía que brota entre sus dedos que acarician cuerdas o aporrean tambores. Tal vez simplemente grita en las calles, o baja la cabeza con el pesar del luto. Tal vez expresa con el silencio el mensaje más fuerte que ha encontrado. Tal vez se expresa; sí, de eso se trata. La libertad de expresión es un derecho humano, consagrado en el artículo 19º de la Declaración de los Derechos Humanos de 1948. Es piedra filosofal de las constituciones de las naciones democráticas.
Y cómo no usar esta expresión tan apropiada: "Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera".
Siempre estarán los expresivos; los que no se callan; y los que se callan cuando dicen; los que dibujan, los que pintan, los que escriben, los que actúan, los que hacen música, los que levantan monumentos, los que hacen reír, los que hacen llorar, o enmudecer de emoción; los que hacen reír y llorar y enmudecer, los que miran, escuchan y palpan y se sienten expresados por esos que se expresan. Y cuando la expresión esté prohibida, estarán ellos que encontrarán la forma de expresarse en su no expresión y seguir diciendo y sintiendo y emocionando y actuando: obrando. Moviendo al mundo en el sentido de la libertad.
Las balas también se expresan, es cierto. La violencia también es una expresión; y con ella podrán matar a los expresivos: a pocos o muchos, pero nunca… jamás podrán matar a la expresión. Los Cronopios siempre resucitan de entre las letras rojas y amargas. Y con “Cronopios” digo Cortázar y digo expresión… una vez más. 

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