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miércoles, 13 de mayo de 2015

Si me hablara mi hijita-mascota

Crónica de una fantasía sobre el Día de las Madres: ojalá y por un solo día, todas las mascotas-hijitos hablarán.

Comencé a fantasear acerca del Día de las Madres. Si ella pudiera hablarme, estoy segura de que me diría las cosas más lindas; si tuviera la expresividad de sus patas; trasmutadas en palabras; me reconocería como "mami" y me llenaría de "te quieros", aunque ni tanto ni hace falta, cada día lo demuestra cuando me salta, cuando intenta morderme a besos, se roba mis zapatillas, come mis libros y pierde mis páginas, que es mi mascota-hijita, mi pequeña Luisón... la oscuridad de mis ojos... mi más dulce sombra...
Cuando los hijos crecen, a algunos, nos es necesario buscar nuevos espacios de amor, alguien a quien cuidar, a quien darle la ternura contenida, otro hijito que adoptar y llenar de mimos. Y al menos en mi caso, me volví esa mezcla de madre y abuela, que cuida pero a la vez consiente, que educa cada día menos; que se deja llevar por los afectos.
Ella sobrevivió dos días en un baldío, con apenas semanas, abandonada por "su" humana desalmada. Luego llegó a la veterinaria, en donde con esfuerzo la salvaron. Finalmente, y en un momento de dolorosa perdida; llegó a nuestras vidas. Chiquita, negrita y juguetona. Un regalo bello y sin motivos; una obra del azar-destino (contradicción que me encanta).
Una mascota cambia la vida, abre una compuerta al amor. Y eso, creo yo, que merece la pena. Vivir para sentirlo. Amar siempre resulta una experiencia nueva, un entregarse de nuevo. Esa tan mentada expansión del Universo, que según Sabines, debería ser cosa de "las agencias de viajes" y del interior de cada uno (agrego).
Tampoco quiero olvidar a mi Enanin, que se fue tan chiquito y chillón para el cielo de los perritos malcriados. A estas alturas, ya son muchos los hijitos-mascotas -los que se fueron- en todos estos años. Alfonsina Storni, Madonna, Pitufa, Feucha, Oscuridad, Morena, Mérida, por citar algunos caninos y felinos. Hay un lugarcito, en la galería de "Maestros del Arte de Amar" de mi corazón. Sé que no todas las personas pueden comprender esa relación mascota-papá/mamá adoptivo pero cada quien con lo que le apriete del zapato. La felicidad es una receta que se fabrica cada día y se hace con los ingredientes que nos llenan el alma; y eso solo puede develarlo cada uno, en su propia realidad e imaginario. Y pronunciando, una vez más, al maestro Sabines:"Yo no lo sé de cierto, lo supongo". También hago, simplemente, camino; y como enseña la publicidad de un buen añejo: no me preocupo por eso.



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