No siempre fui
una buena amante
de la vida.
Me enamoré
y des-enamoré
tantas veces-
también tuve periodos
de apatía y de rutina-
Me fue cruel
la indiferencia-
la mía
y la de ella-
No sabía quién
se cansaba de quién-
Creo que ella
se cansó de mí
muchas veces-
Es que tenía razón-
No siempre
fui una buena
amante de la vida-
En esas ocasiones
ella fue perversa-
Me arrojó
hacia abismos profundos-
tal vez con la esperanza
de que no volviera-
Yo también deseé
como ella
que no me dejaran
regresar-
Nunca creí
en las promesas
que te hace
el corazón
de joven-
cuando estás vivo
y sediento
de más vida-
cuando estás
más confundido-
Ese castillo de arena
se derrumba tan pronto-
Apenas una pequeña ola
es su verdugo-
Pero sí creí en la poesía
y en las risas-
en los placeres sencillos
y sinceros-
No obstante-
seguí fallando
con la vida-
y ella me siguió
doliendo-
cada vez
con abismos
más profundos-
como si respirar
fuese en esta
lotería
mi único
anhelado premio-
Bueno-
no soy la más cuerda-
ni la más loca-
pero es muy confuso
lo que llevo adentro-
no sé hacia dónde
avanzo o regreso-
si alguien preguntará
por mí
cuando me vaya-
si sabré ser
una buena ausencia-
Sí-
soy yo nada más-
con problemas
como los de todos-
con circunstancias
como las de cualquiera-
y con este afán
de pesimismo
cada tanto-
ese deleite
al flagelarme-
Soy yo nada más-
buena y mala
amante de la vida-
midiendo las horas
y los días-
desconociendo
eternidades
Soy yo-
nada más-
en este aquí
y ahora-
y me contemplo-
como quien
se hermana
con los abismos
más perfectos-
y seduce
con poesía
a la esperanza-
En este "tómalo
o déjalo"
que es la vida
-aquella
mi amante
casquivana-
las flores
de mi jardín
-un poco locas
y antojadizas-
florecen
y es pleno verano-
¿Cómo decirlo?
siempre florecen-
tal vez no en primavera-
pero ellas vuelven-
Es por eso
que yo juego
a seducir
la esperanza-
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