Eslabón 15: Sobre esa ficción que llamamos vida

Siempre tuve esa cosa con la muerte pero hasta que me tocó de cerca, no supe en realidad, cómo se sentía. Lo que más me dolió fue lo irreversible; no necesariamente la muerte. Que se muriera la gente, sí…lo aceptaba; pero que, en algún momento, también se despertara. Y es así que no me resigné cuando la muerte me lo robó. Esperé con paciencia, minutos locos en los que analizaba paredes, el techo, cada rastro de su rostro, sus manos… preguntándome sobre la certeza de aquel fenómeno. Esperando a que de un momento a otro despertara. No me había avisado, no lo había esperado. La gente no debería morir antes del siglo. Seguí esperando en vano, en cada velorio, que alguno de esos llorados difuntos, reviviera. Que alguno me ratificara en mi deseo: es reversible lo irreversible, y nada de aquello era cierto. Todo era, simplemente, aquella ficción a la que llamamos vida...